Comecemos o ano com bom humor, que é a maneira mais sábia. Para isso, selecionei passagens da Autobiografia de José Clemente Orozco, pintor que aprendi a amar em Guadalajara. O seu texto, embora incompleto, serve como amostra do quanto nos iludimos, às vezes, achando que esses muralistas mexicanos foram todos uns chatos engajados. Orozco, por exemplo, por mais expressionista e denunciatório, tinha o olhar farceur sobre a vida – e sobre a política, claro:
“Yo no tomé parte alguna en la revolución, nunca me pasó nada malo y no corrí peligro de ninguna especie. La revolución fue para mí el más alegre y divertido de los carnavales, es decir, como dicen que son los carnavales pues nunca los he visto. A los grandes caudillos sólo los conocí de vista, cuando desfilaban por las calles al frente de sus tropas y seguidos de sus estados mayores. Por esto me resultaban muy cómicos los numerosos artículos que aparecieron en los periódicos americanos acerca de mis hazañas guerreras. (…) Hubo varios que me hicieron aparecer como uno de los abanderados de la causa indígena y hacían un retrato de mi persona en el cual podía reconocerse a un tarahumara. Yo jamás me preocupé por la causa indígena, ni arrojé bombas, ni me fusilaron tres veces, como aseguraba otro diario.” (pp.33-4)
E eu confesso, apesar de ter ficado embevecida diante da igreja del Senõr de los Rayos, en Temastián – e não somente pela arquitetura, mas pelos ex-votos e retábulos, tão semelhantes aos nossos, brasileiros (e aos que Frida colecionava e encontrei, em sua Casa Azul) – não pude conter as gargalhadas nesta passagem da Autobiografia (e Frida novamente me perdoará, pela parte que ridiculariza o surrealismo):
“En cuanto a los retablos, podrá haber algunos muy interesantes, magníficos y aun geniales, pero los más son como la pintura de pulquería, iguales a los muñecos de aficionados en cualquier parte del mundo. Los retablos repiten el mismo tema, con muy pocas variaciones: la cama, el enfermo arrodillado y la aparición milagrosa entre las nubes. Han pasado como obras de arte gracias al surrealismo: se pinta algo que semeja remotamente una silla y se le pone por nombre ‘niño jugando con su perro’. Después se le manda hacer marco, y listo.” (p.84)
Orozco pode ter sido impiedoso – mas se a arte e o humor tiverem medo da liberdade, isso indica que o reino dos agelastos dominou o mundo, e Deus nos proteja desta danação!
Você precisa fazer login para comentar.